lunes, 6 de diciembre de 2010

Ask Flight Attendant

No importa a dónde vaya, siempre me encuentro en el mismo lugar. Al menos eso es lo que creo.

Dicen que en caso de dudas, le pregunte a la sobrecargo.

« ¿A dónde me dirijo? », le pregunto a la que parece saberlo todo.  «¿Qué lo mueve?», me pregunta por respuesta.

«Me mueve ella y no las alas desafiantes que desgarran nubes. Me jalan esos pensamientos supersónicos, de altura insospechada, con olor a cielo y sus axilas, tan fijos en mi memoria. Me mueve la insistencia de saberme suyo y no poderme separar de ella porque la traigo tatuada en todos los lados donde me ha besado, y bien adentro, como sólo pueden estarlo las cosas que son para toda la vida.  La inercia me hace saber que viajo, me lo dicen los andenes, las salas de espera, los callejones desconocidos y las sonrisas amables que recibo previa identificación y mostrado de boleto. No obstante mi viaje más excitante siempre ha sido cerrar los ojos y verla desnuda en ese continente en forma de colchón, con almohadas como cordilleras, colchas como estepas, y ella y yo como única fauna, como única forma de vida.  En el despeñadero de la orilla miro, y sólo aprecio sus chanclas y las mías como barcas, ancladas y necesarias, listas para zarpar al baño.»

«No me fastidie, que tengo trabajo qué hacer», me dice la sobrecargo. «Usted sabe perfectamente a dónde se dirige. Usted sabe sin dudas cuál es su destino. ¿Para qué pregunta lo que ya sabe?»

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