jueves, 30 de diciembre de 2010

Casi el mar

Me quedo parado en la orilla
humedecido ante tanta hermosura

extiendo mi vista sin ver el fin
¡qué bella inmensidad sin tregua!
horizonte de tiempo y espacio
de aguas profundas y vivas

me moja los pies el ir y venir de tanto sueño
me adormece la paz de un viento cálido,
quiero enterrarme, ahogarme,
ser feliz al percibir el lento oleaje
de un respirar que suena a murmullo

una fuerza incontenible me jala
me arrastra como nada más lo hace
sin pensarlo mucho me sumerjo
invitado por la espuma que huele cuerpo
a pecho tuyo aventurando una mirada

me lanzo sin mirar las consecuencias
abro mi boca sin piedad
el sabor salado me inunda
se me queda en la lengua para siempre

cualquiera diría que estoy parado frente al mar
pero realmente no es así
estoy parado al lado
de tu cama.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Riesgoso

No hay nada más riesgoso
que caerse en la profundidad
de unos ojos lindísimos
y unos labios tan hermosos

lo más prudente es huir
al suave consuelo que brinda
una existencia sin sobresaltos
de serenidades austeras
y nadas predecibles

pero de qué sirve la vida
latiendo un corazón
que no tiene rendijas
ni emociones dignas
de callarse o presumirse

eres la tentación más brutal
me arrastras a asomarme a tus inciertos
a mirar por el brevísimo espacio
de tus divinas dudas

tu cuerpo huele a posibilidad
tu sonrisa es  mi sueño favorito
que profunda es tu mirada de pronto
me descuido y  creo que estoy
cayendo

lunes, 6 de diciembre de 2010

Ask Flight Attendant

No importa a dónde vaya, siempre me encuentro en el mismo lugar. Al menos eso es lo que creo.

Dicen que en caso de dudas, le pregunte a la sobrecargo.

« ¿A dónde me dirijo? », le pregunto a la que parece saberlo todo.  «¿Qué lo mueve?», me pregunta por respuesta.

«Me mueve ella y no las alas desafiantes que desgarran nubes. Me jalan esos pensamientos supersónicos, de altura insospechada, con olor a cielo y sus axilas, tan fijos en mi memoria. Me mueve la insistencia de saberme suyo y no poderme separar de ella porque la traigo tatuada en todos los lados donde me ha besado, y bien adentro, como sólo pueden estarlo las cosas que son para toda la vida.  La inercia me hace saber que viajo, me lo dicen los andenes, las salas de espera, los callejones desconocidos y las sonrisas amables que recibo previa identificación y mostrado de boleto. No obstante mi viaje más excitante siempre ha sido cerrar los ojos y verla desnuda en ese continente en forma de colchón, con almohadas como cordilleras, colchas como estepas, y ella y yo como única fauna, como única forma de vida.  En el despeñadero de la orilla miro, y sólo aprecio sus chanclas y las mías como barcas, ancladas y necesarias, listas para zarpar al baño.»

«No me fastidie, que tengo trabajo qué hacer», me dice la sobrecargo. «Usted sabe perfectamente a dónde se dirige. Usted sabe sin dudas cuál es su destino. ¿Para qué pregunta lo que ya sabe?»