miércoles, 2 de diciembre de 2009

(15/19) Aquí tienes mi regalo

Temporada 1 – Episodio 4 – Entrega 15.





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22

Después Vanette me hizo una petición que no pude dejar de atender. «Quiero que tengamos sexo anal mientras Margo me lame el coño.» Como la instrucción era bastante precisa no pude hacer nada por evitar cumplirla.

Margo se quejó. Dijo que no quería hacerlo y que no lo haría por nada del mundo. No pude evitar una carcajada silenciosa ante tal manifestación de inocencia y credulidad. Por un momento pensé que estaba viendo un capítulo tierno del teatro fantástico de Cachirulo. Manifestarse así era un error garrafal. No le podías decir eso a Vanette, no si sabías que era una maestra de la persuasión enérgica. Menos aún en el estado de extrema cachondez en que se encontraba; sólo muerta se podría salvar de aquello que Vanette le estaba ordenando, y ahora que lo pienso, creo que aún muerta le tomaría la cabeza inerte, le sacaría la lengua y haría que la chupara.

Mientas esperaba la muy violenta reacción de Vanette, abrí un cajón donde guardo velas aromáticas; encendí algunas para llenar nuestro pequeño cielo particular de un delicado olor a lavanda y jazmín, algo que disimule un poco los probables olores que puedan surgir de la propuesta de la francesa. Yo no tengo problemas con los olores que se generan en el sexo anal, pero las mujeres a veces protestan —porque así son ellas—; parece ser que sólo es sucio si huele a sucio, así que estoy siempre preparado para combatir sus pretextos. Todo se resolvería si evacuaran tres horas antes del evento y se dieran una ducha anal dos horas antes, con agua tibia desde luego; claro que en situaciones como la de hoy, en donde la sodomía ataca por sorpresa, pues ni tiempo.

Vanette extendió su mano hacia la bolsa de Margo, sacó su móvil y activó la cámara de video antes de que Margo supiera qué pasaba. Capté de inmediato la idea que se traía entre manos. No por nada nuestras perversidades se llevaban tan bien. Aprovechando el desconcierto de Margo puse una de sus manos en mi verga y me acerqué a su rostro. Vanette la filmó rápidamente, así como estaba, con el pelo revuelto, con una verga en la mano, las tetas y la barbilla rociadas con semen, los pezones erizados, y claro, sin perder detalle de la entrepierna empapada con su propia corrida, aún goteando. Margo tenía la boca muy abierta. Realmente era por la sorpresa que le causaba el ver lo que Vanette hacía, aunque en el video parecía como si estuviera a la espera de que un poco de tibio y delicioso semen le cayera en su sedienta boca.

Se enojó tanto que quiso pararse para hacerle algo a Vanette. Percibí sus malas intenciones de causarle daño físico; como no me gusta la violencia en mi casa, además que no permito que a Vanette nadie la maltrate excepto yo, le metí el pié a Margo para que se tropezara. Ella cayó de bruces y al caer se le escapó un pequeño pedito, que terminó por convertir la valentía que sentía en ridículo. Vanette y yo nos reímos de lo cómico de la situación, pero de forma preventiva, le apliqué una llave que aprendí yendo a la lucha libre en la Arena Coliseo; la sometí de alguna manera, esperando que Vanette usara la cabeza y se inventara algo.

Con Vanette todo lo que digas podrá ser usado en tu contra. Aprovechando la información recopilada en la plática se le ocurrió inventar una amenaza ingeniosa. Vanette le dijo que si no le lamía el coño como Dios manda, publicaría en Internet el video que acababa de filmar, con lo cual nadie se querría casar con ella y se quedaría a vestir santos o a desvestir borrachos. Después de treinta y cinco años de cuidar su reputación Vanette la convertiría de la noche a la mañana en una putona de alcance global. «Está bien entonces. Haré lo que pediste», dijo Margo. «No. Cuál está bien. Me desafiaste. Ahora vas a tener que hacer lo que pedí, y algo más. Lo que a mí se me ocurra.» Margo evaluó las posibilidades, y sólo pidió que le respetaran su virginidad para poder casarse de blanco.

Ver lo agresiva que estaba Vanette me la puso tan dura como una piedra nuevamente. «Te voy a decir qué es lo que vas a hacer preciosa. Vas a lamerle la verga a Manolo. Y lo vas a hacer bien. ¿Qué no crees que te guste el sabor? No hay problema, la embarraremos con betún del pastel si es preciso, aunque estoy segura que sabrá producir su propio betún también. Vas a chuparle la verga como si fuera un helado de vainilla.» Al decir esto, Vanette, conocedora de la historia de Margo y el helado, me susurró al oído «Feliz cumpleaños. Ahí tienes mi regalo. ¿Quién si no yo te regala otras pinches viejas? », y me guiñó uno de sus preciosos ojos miel. No cabía duda: su maldad me enamoraba.

«Quiero que tu larga lengua trate de enrollar la verga de Manolo. Quiero que te muevas arriba y abajo, por todo lo largo del tronco. Además quiero que le lamas los testículos como si los quisieras agarrar con la lengua. Si no los agarras con la lengua olvídate de que alguien quiera casarse contigo después de lo que voy a decir de ti en la Internet. Aparecerás en todos los blogs que se puedan, con información real tuya y de tus padres, si no lo haces. ¡Estoy pinche loca y soy capaz de eso y mucho más! Luego a la punta del pene la tienes que probar como si fuera un helado delicioso. Cuando este muy dura me avisarás. Acostaremos a Manolo en el sillón, yo me pondré sobre de él y tu pondrás su verga en mi recto. ¿Cómo está eso de que tienes treinta y cinco y no te la han metido rico por detrás? ¿Eres retrasada mental o qué? A ver qué te dice el sentido común. Tendrás que guiar su miembro y hacer lo que tengas que hacer para que entre sin que me duela. No te ayudaré. Tendrás que saber qué hacer y cómo hacerlo. Me voy a sentar sobre la gorda verga de Manolo hasta que ya no se vean más que los testículos. En ese momento quiero que me lamas el coño y que trates de meterme esa larga lengua tuya lo más adentro que puedas. El va a entrar y salir como a mí me gusta. Él ya sabe cómo. Me lo ha hecho mil veces. Tú no dejarás de lamer hasta que me corra en tu boca. ¿Está claro? ¿Si? Buena niña. Si no me corro, por Dios que mañana tu video en Internet será el más visto de todos los tiempos.» Margo estaba acorralada, pero mientras Vanette le daba todas las indicaciones, los pezones comenzaban a crecerle, y una gota de jugo le escurrió por la pierna. Le excitaba la idea.



Siguiente entrega: (16/19) Comiendo betún.

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