viernes, 4 de diciembre de 2009

(17/19) Preparación para la primera vez

Temporada 1 – Episodio 4 – Entrega 17.



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24

«Ahora sigues tú; te prometo que dándote por el culo tu himen no sufrirá daño alguno. Quedarás como nueva para el matrimonio. Serás la virgen inmaculada», le dijo Vanette a Margo.

«Será la virgen muy bien culeada», me permito aclarar yo. Vanette sonríe sólo con la mitad de la boca, dándome entender que está de acuerdo en lo irónico del asunto. Vanette ya no tuvo que amenazarla de nada; después de una escena depravada los amigos ya no tienen nada que ocultarse. Ahora ella quería vivirlo todo.

Como seguramente era su primera vez por detrás, Vanette la empinó con las caderas al aire y el pecho pegado al respaldo del sillón para que el tórax estuviera levantado, lo cual es una posición cómoda para la primera vez. Me pidió que la trabajara. Yo argumenté que mi verga era gorda y no la recomendaba para iniciarla por detrás. Además, iba a perder firmeza. «Veamos qué pasa. Si ya le cupo en la boca le cabrá en el ano», dijo Vanette al mismo tiempo que se metía mi verga en su boca para que no se enfriara.

Margo requeriría un poco de trabajo adicional en el trasero. Utilizando un lubricante basado en agua comencé a darle masaje en el ano con el dedo índice, en forma de círculos suaves, sólo acariciando la piel corrugada que limitaba el orificio, sin meterle nada todavía. Ocasionalmente le abría las nalgas lo más que podía, las apretaba, le daba pequeñas nalgaditas y regresaba al masaje. Cuando el cuerpo de Margo había perdido la sorpresa de que le tocaran el trasero de todas las formas posibles, es decir, cuando ya estuvo a gusto con ello, procedí a la fase de introducción. Mi primer invitado a la fiesta siempre es el dedo índice. Lo metí un centímetro y medio, y seguí describiendo círculos en su interior, mientras aplicaba más lubricante. Poco a poco el recto de Margo se fue relajando; dejó de evitar para permitir, y dejó de permitir para exigir.

Es un mito, eso de que por atrás duele. De ser así, nadie querría ir a deponer y el sanitario sería un perpetuo llanto y crujir de dientes. Lo que realmente duele es resistirse. Si la mente no autoriza, el cuerpo rechaza, se contrae y desde luego el dolor se transforma en una forma delicada de decir que no. Cuando la persona que recibe está deseosa de que le den por detrás, el recto tiene la actitud de un diplomático chino muy hospitalario, se abre y permite. Eso me lleva a pensar que antes de lubricar el cuerpo, hay que lubricar la mente y el corazón.


Yo sigo siempre mis principios en materia sexual, pues eso le garantiza a mis amantes la certeza de estar en buenas manos, manos cuidadosas y que saben lo que hacen. Para el sexo anal siempre sigo el principio CRL —comunicación, relajación y lubricación—. Por principio, nunca meto nada en un culo que no está relajado, y la experiencia me ha dicho que no se relaja en menos de cinco minutos. La paciencia es una virtud de los inmortales, así que ahí estaba yo, tratando con cariño y sin urgencias el culo de mi amiga Margo mientras mi amiga Vanette me la chupaba deliciosamente.

Hablaba con Margo, reconfortándola, comunicándome, no dejando que pensara en el concepto del dolor y en la extrañeza de lo que le estaba pasando. «¿Estás nerviosa Margo? No te apures. Lo único que necesitas es un poco de amor en tu cuerpo. Si te acercas tanto que te pueda mirar con mi olfato, si te acercas tanto que los vellos de tu cuerpo me hagan cosquillas, sabrás de pronto que has llegado a ese lugar, desconocido e inexistente para ti hasta entonces, ese lugar del que tanto te habían platicado. Te darás cuenta que la convergencia de los cuerpos es algo tan natural que no tiene caso el renunciar a ello. Cuando te haya penetrado por el ano te sentiré más mía que nunca, pero al mismo tiempo tú te llevarás parte de mi espíritu contigo. Mi corazón tendrá una nueva cicatriz que te conmemora, y tu corazón tendrá un nuevo tatuaje con mi nombre. Te perteneceré de alguna manera irremediable cuando nuestros cuerpos se conecten. Sólo entonces podrás clavar en mi interior una bandera que indique que soy territorio tuyo. Me verás en muchas cosas, en muchas facetas, con muchas personas, pero nadie podrá remediar que soy tan tuyo. Recuerda que no soy de los que olvida. Siempre sabré a quién le pertenezco, de quien soy», le digo.

Vanette escucha lo que le digo a Margo y se pone celosa. «Bueno, ya, no le digas tanto. Métesela aunque le duela», dice Vanette, y como por descuido me muerde la verga hasta que grito, pero desde luego, no pide perdón.

Margo se da cuenta por un segundo de los celos de la francesa y se sintió superior a Vanette. Por un instante vio en la cara de la francesa señales de derrota, así que su cuerpo se puso atrevido. 

Mientras ellas mantenían su guerra de miradas del tipo a-mí-me-la-quiere-meter-más-que-a-ti, yo me distraía un poco pensando en que lo único que realmente deseaba el día de hoy era una rebanada de pastel, un té y descansar.





Siguiente entrega: (18/19) ¡Gran inaguración!

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