sábado, 7 de noviembre de 2009

(15/20) Príncipe azul

Temporada 1 – Episodio 2 – Entrega 14.



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18

 

ManoloAloneAhora que lo pienso, creo que en los cuentos de hadas el príncipe encantado es realmente una metáfora: el príncipe azul es un orgasmo. Cuando te besa por vez primera quedas marcada, y juntos serán felices para siempre. Miranda ya conocía a su príncipe azul, sin duda alguna.

Le pedí que se sentara lo más derecha que podía. Le acerqué mi verga a un centímetro de la boca y le dije que la abriera, fingiendo desear comérsela toda. «Pero es que sí me la quiero comer toda de verdad», me dijo con voz cariñosa, «quiero que la metas toda, hasta el fondo, aunque no me dejes respirar por un momento.» Yo le dije que primero era la foto a un centímetro de distancia, dado que de otra forma se rompía mi cadena creativa. Se acercó a un centímetro de mi verga y abrió la boca con un ansia tal que parecía que de ella fuera a salir la última dosis de un antídoto para curar una enfermedad mortal y muy dolorosa que ella padecía. Era una enfermedad llamada ‘ganas contenidas’. Tomé la foto.

Al oír que la fotografía estaba tomada extendió su lengua hacia mi verga, como cuando uno tienta con la lengua una taza de café para verificar si está muy caliente. Efectivamente, estaba muy caliente, así que le sopló unas tres veces, y luego se la metió lentamente en la boca. Tomé una foto. Comenzó a chuparla, metiéndola y sacándola de su boca, primero sólo hasta la mitad, después hasta el fondo, en donde yo sentía topar la punta en su campanilla, e incluso más allá. Lo hacía sin utilizar las manos, pura cabeza y pasión. Todo en ella era ritmo y precisión sensual; tomé fotos con mi cámara y con mi mirada.

Se sacó un poco la verga de la boca para que la fotografiara. «Así se ve una verga recién chupada por Miranda», me dijo. Después puso su mano derecha sobre la verga. Como no estoy circuncidado jaló el cuero hacia atrás para revelar la punta la verga, que parecía próxima a reventar. Viendo así de expuesta la cabeza de mi verga comenzó a juguetear con la lengua, rodeándola como si quisiera sacarle brillo a punta de lamidas.  En cada paso de la secuencia le tomé fotos.

Sucedió lo inevitable: mi verga creció más allá de las dimensiones de su cuenca bocal, así que no le quedó más remedio que chupar de la punta lo que le alcanzaba, y con las manos me masturbaba el tronco. «Que buen tamaño precioso. Ocupo dos puños y una boca, y es todo para mí», me dijo.

En ese inoportuno momento me asaltó una duda de tipo existencial y filosófico: ¿de qué manera influiría en el proceso de reproducción de los osos panda el hecho de que Miranda abriera mucho la boca y se metiera mi verga entera, con todo y testículos, sin que a mí me doliera y sin que ella se ahogara?

Sólo hay una forma de saberlo.



Soundtrack:

Este episodio se lee mejor si escuchas “Te tomaré una foto”, de Tiziano Ferro. Este CD es muy recomendable.

Escuchar aquí el tema

Siguiente entrega: (16/20) Guantes y espejos.

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