lunes, 23 de noviembre de 2009

(9/19) Indecencias al oído

Temporada 1 – Episodio 4 – Entrega 9.



Si quieres leer un episodio completo de prueba, haz clic para leer "Apoyando sentimentalmente a Glenda"



14

 

Saqué de un cajón un par de guantes de látex y un aceite aromático. Me puse los guantes asegurándome que las dos mujeres me vieran. Margo estaba sentada en el sillón y Vanette estaba encima, dándole la espalda a todo el mundo mientras le lamía el cuello a Margo al mismo tiempo que le decía indecencias al oído.

Vanette sabía que las indecencias, por una extraña razón, se fijaban en la mente femenina como un tatuaje, estimulando lo más terrible de su imaginación. Es verdad que las mujeres no piensan mucho en sexo, pero eso es hasta que comienzan a hacerlo. Luego ya no podrán detenerse; se hacen adictas a la lascivia y son mucho más terribles que los hombres.

Nada existe si no está antes en la mente, así que imaginar cosas es el primer paso para hacerlas. Había frases que vivían años en la mente, y Vanette bien que lo sabía; aún recordaba cuando un perfecto desconocido se le acercó en una tienda de supermercado y le dijo: «Tu coño ha de saber delicioso. Puedo olerlo. Inunda todo el ambiente.» Y lo decía con toda la franqueza del mundo. ¿Hace cuánto de eso? ¿Diez años o más? Y aún lo escuchaba. Los fetiches siempre tienen su origen en la infancia, y ese era el origen de su fetiche favorito: ser olida. Nunca compraba panti protectores ni se daba duchas vaginales para hacer que oliera a rosas lo que la naturaleza había determinado que debía oler a coño. Destinado por la naturaleza a oler delicioso. Destinado por la naturaleza a inundarlo todo.

Corromper una imaginación mantenida en estado de letargo es sencillo, basta con decir lo ya pensado, pero sin la vergüenza y el pudor acostumbrados. «Te vamos a desnudar, vamos abrir tus piernas y te vamos a lamer ahí abajo y te va a encantar. ¿Te has imaginado cómo se siente que te recorra una lengua ahí abajo, que se acerque poco a poco una boca entre tus piernas, y que de pronto se de el contacto labios con labios, y que alguien, contrario a lo que piensas, encuentre tu sabor y tu olor tan excitantes que no podría parar de lamer? No importa, porque hoy no necesitas usar tu imaginación: lo vas a sentir y te va a encantar porque desde hace mucho que tienes el hambre atrasada», le dijo Vanette con voz de hipnotista. Margo al escuchar la descripción hizo un gesto de asco, que muy pronto Vanette se encargó de eliminar con una bofetada.

Margo se habría sentido más segura en un laberinto de cristal de una feria de pueblo. Estaba inmóvil, imaginando las escenas que al oído se le proponían. Su mente viajaba a velocidades no sospechadas, imaginaba mal, por cierto, pues es difícil imaginar lo nunca visto y sentido. Finalmente comenzó a decir que no con la cabeza, y sólo entonces Vanette supo que podía continuar con el aleccionamiento de la mente de Margo con algo todavía más perturbador para ella. «Pues aunque no te parezca la idea, así va a ser corazón. Y luego tendrás que devolverme el favor ¿No me digas que no tienes curiosidad de saber a qué sabe una vagina? Empiezas con solo un beso, y lo demás viene solo. No pongas esa cara de no estar creyendo lo que estás escuchando. De todas maneras todo te va a ocurrir el día de hoy», le decía Vanette a Margo, con voz calmada y de terapeuta, con la serenidad con la que una enfermera te aplica una inyección dolorosa pero necesaria. Margo contestaba que no lo permitiría, pero todo lo imaginaba. Estaba dando el primer paso en esa escalera al cielo.



15

Respecto a los diálogos obscenos y depravados, algunos dirán: «es que esas cosas no se le dicen a la persona que amas. Hay un respeto que debe guardarse.» Yo pienso al revés: el amor profundo y sublime no tiene por qué ser necesariamente bienintencionado y revestirse de ternura todo el tiempo; se puede amar de manera devota al ser amado mientras se le penetra por el recto y se le dicen indecencias para recordar; la pasión no siempre es tierna, así que decirle a tu mujer que te correrás en su culo también es un «te amo.» Hay que vivirlo para entenderlo.

Desde luego y como todo, debe ser un entendimiento consensuado. Si la pareja no quiere obscenidades en su cama, está bien, pero si no sabe si quiere o no, vale la pena intentarlo. Si tu pareja tiene el secreto deseo de decir indecencias o que se las digan, y no se lo permites, es seguro que buscará unos oídos o una boca más dispuesta, y después quien entregó su tolerancia exigirá para sí el amor irrespetuoso por completo.

Es por ello que le levanté la falda por detrás a Vanette, y le digo «ven para acá putita de mi vida», al tiempo que le rocío en el trasero una cantidad generosa de aceite y comienzo a moverle las nalgas como sabía que le encantaba. Siempre me ha gustado tocarlo todo, así que me desplazaba de las nalgas a las caderas, y luego de nuevo a las nalgas. Ocasionalmente pasaba los dedos por su entrepierna, como si los fuera a meter de pronto por cualquier cavidad que se me ofrecía, pero sin hacerlo. No al menos, todavía.

Al escuchar la palabra “putita”, Margo frunce el ceño en desaprobación a la forma en que me dirijo a Vanette. «Las mujeres no somos objetos», me dijo. Para convencerla que la equivocada es ella, le doy un muy fuerte azote a Vanette en la nalga, ella gime de placer, y me dice «así me gusta cabrón, que seas rudo conmigo.»  Margo de plano no entiende nada.



Siguiente entrega: (10/19) La curiosidad le gana al miedo.

Apoya al Reverendo Manolo:

Comenta esta entrada.

Coloca en tu nick de MSN: ReverendoManolo.blogspot.com

Ingresa a http://www.reverendomanolo.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario