miércoles, 18 de noviembre de 2009

(4/19) La terrible Vanette

Temporada 1 – Episodio 4 – Entrega 4.



Si quieres leer un episodio completo de prueba, haz clic para leer "Apoyando sentimentalmente a Glenda"




6


Vanette es una amiga francesa que me pertenece bastante. Podría decirse que soy su amo y su esclavo al mismo tiempo. Siempre que estoy en su presencia el corazón me late como si quisiera correr a sus brazos. Si ella está yo estoy vivo, soy capaz de cualquier cosa, lo sé todo, lo puedo todo, me pertenezco y me perdono, me magnifico, me complemento hasta ser la estrella del norte y el lucero de la mañana al mismo tiempo, brillo con luz propia y me reflejo en sus ojos que de pronto se convierten en piedras preciosas que resumen al universo entero.

Ella es lo más parecido que tengo a una esposa, pues congeniamos en casi todos los planos de la existencia. No por nada le digo ‘mi putita’, de cariño por supuesto. Ella me dice que soy su cabrón, lo cual viniendo de ella es un halago. Lo único malo con nosotros es que me da la impresión que a ella no le importo, y ella no me importa a mí.

Ella insiste en que somos copains du sexe, pero yo no lo considero así. Que todas las veces que nos vemos terminemos cogiendo como locos, practicando todos los excesos posibles entre un hombre y una mujer, jurándonos un amor voluntariamente eterno que no precisa de papeles, no quiere decir que tengamos que encerrarnos en una etiqueta que nos genere responsabilidades mutuas.

Vanette tiene un cuerpo espectacular. Es menudita, delgada y de piel morena. Sus pechos son más bien regulares, creo que copa B tirando a C, tiene una cintura muy marcada y unas caderas amplias pero proporcionadas que enmarcan su trasero redondo y adorable. Es una atlética total, aunque no acostumbra el ejercicio regular, aparte del sexo. Sus ojos son de un extraño color miel que raya en lo amarillo si la luz le favorece, su pelo es castaño y ondulado, perfecto para un rostro que no es muy hermoso. Diría incluso que el rostro de Vanette es un afortunado encuentro de rasgos desafortunados, que de estar en otra combinación darían lugar a una mujer algo fea. Y no es que me importe, de hecho: amo a las feas. Mis mejores pasiones se han desahogado en sus cuerpos tantas veces rechazados, pero ardientes y necesitados como el que más. Cuando una fea te otorga el privilegio de amarla es tu obligación hacerla sentir apreciada; es un error decirle que es hermosa, porque ella sabe que no es cierto, pero nada le impide sentirse merecedora de las máximas consideraciones por ser una mujer capaz de amar con el coraje de quien tiene un corazón lleno para dar, y quien tiene un cuerpo sensible que se lo merece todo. El amor no tiene forma, y además de noche todos los gatos son pardos.

En esta ocasión trae un vestido corto de manta, de una sola pieza, bastante a go-go, según creo, de Lacoste; además trae unas delicadas sandalias de color, según yo, arena, de Kors Michael Kors. Viene con un peinado con dos trenzas que inútilmente tratan de hacerla ver como una colegiala de buenos modales. Colegiala sí podría ser, pero de buenos modales, para nada.

Como es cuidadosa en muchos aspectos, Vanette odia las tangas, especialmente si son sintéticas; siempre utiliza unas braguitas muy blancas de algodón, totalmente coquetas, de Josie Natori, con las que siempre causa el contraste exacto con su piel morena. Seguramente las trae hoy puestas por ser mi cumpleaños.

Gracias a su cuerpo ella es una modelo muy famosa, aunque su rostro nunca salga en la foto. Seguramente todo mundo la ha visto alguna vez en algún catálogo de lencería de los que se entregan casa por casa, e incluso más de un adolescente se ha masturbado con las divinas proporciones de esas caderas sin rostro, de esos pechos sin dueña. Es definitivo: si ves a Vanette en paños menores seguramente te dan ganas de ser el algodón de sus calzones, para absorber sus jugos, sus sabores y sus olores de hembra, y para estar siempre en perfecta sincronía con el calor de su sexo palpitante.

¡Vaya! Ya me estoy metiendo en describir hasta lo que no está disponible para la vista pero sí para la memoria. Pues para que mi descripción termine de desnudarla, tengo que hablar del último refugio de la desnudez femenina, que es su vello púbico. Vanette generalmente lo trae crecido pero corto. Le encanta que le peine el peluche con los dedos, así que se lo deja del largo preciso para que se lo pueda acariciar; ella sabe que puedo estar haciéndolo por horas y horas, que me encanta como huele y que sería capaz de instalar ahí una tienda de campaña y quedarme a vivir el resto de mis días en esa selva si fuera lo suficientemente diminuto para hacerlo. Según ella, cubre su coño de misterio, no se irrita la piel, no estorba realmente en el sexo oral y puede lucir el piercing que tiene en el clítoris.  Yo estoy más que de acuerdo con sus conclusiones.




7



Vanette tiene dos grandes pasiones. La primera es que se la cojan en todas las maneras posibles. No quiere irse al pozo sin haberlo vivido todo, y está en su derecho de hacerlo porque la vida para eso es.

En teoría los hombres muy machitos desean una mujer sin miedos en la cama para hacerla como quieran, pero como ella ha podido comprobar, su carácter intrépido entre sábanas la ha dejado casi sola, pues ya es tan aventurera que pocos hombres se sienten cómodos en su compañía. No sé qué sería de ella si no hubiera encontrado a su pervertido favorito, o sea yo.

Su segunda pasión es seducir mujeres. Le encanta meter a otras chicas en predicamentos con sus insinuaciones y acechos, y entre más se resisten, más lo disfruta. No es lesbiana, cabe aclarar; entra más en la categoría de bi. Y no es que le gusten las mujeres: le gusta lo que les puede hacer. Ejercer su poder de persuasión sobre las de su mismo género es lo que la excita hasta el extremo. Ver cómo se consumen y cómo se doblegan poco a poco es para ella una fuente de placer inagotable.

Evade a toda costa a las lesbianas, en principio porque parece no molestarles lo que les hace y así no tiene atractivo para ella porque se siente utilizada; las rechaza además porque terminan enamorándose de ella y no piensa compartir su corazón con nadie. Dice que es sólo mío, aunque me parece que lo dice sólo por hacerme sentir bien.


8


Vanette viene furiosa y no sé por qué. Pero claro, como su pecho no es bodega seguramente me lo hará saber de inmediato, más allá de decírmelo con la expresión de su rostro que muy mal sabe callar sus emociones contenidas.
Abro la puerta para que entre. Me da un puñetazo en la nariz y me dice en un susurro que soy un cabrón; yo me estremezco ante la cercanía de su puño y la sensación de su contacto con mi cuerpo ¡como amo a esa mujer, chingado!

«Te llamé por teléfono y tu contestadora decía que estabas de viaje. Por no dejar vine y me encuentro con que es tu cumpleaños y estás solo en tu casa con una, ¿cómo te diré? Bueno. Olvídalo. El caso es que eres un falso», me dice sin gritarme, porque simplemente está argumentando lo que siente. Algo que me encanta de ella es precisamente eso, que no grita para hacerse oír; confía más en la estridencia de las palabras, en que hay algunas con más significado que otras.

«Me emputa que me ocultes cosas, que no me las confíes oportunamente. Mejor dime que no me quieres ver el día de tu cumpleaños, que no soy yo lo que esperabas encontrarte el día de hoy. ¿Soy un muy mal regalo para ti? Mejor dime que de todas las mujeres con la que te ves soy yo la más insignificante, dime que soy la más pequeña pulga del más diminuto perro del más diminuto planeta del universo», me dice.

Es muy tierno ver que trae atado al cuello un moño como de regalo, y sé lo que ello significa. No sé si ese dramático y conmovedor desplante, ese típico cliché de la yo-no-valgo-nada-para-ti se deba a que está en sus días incómodos, que ha comido algo en mal estado, que he cometido un error al hacerla sentir poca cosa, o bien que no le avisé que me iba de viaje, y eso que no tengo necesidad de hacerlo pues ella no significa nada para mí, ni yo para ella.

Pero la quiero, qué le voy a hacer. Así que trato de contentarla. «¡Claro que te quiero ver! Tengo un plan para nosotros el día de hoy. Un plan que te reclama.» «Entonces soy eso para ti. Un pinche plan. Seguro tienes bien planeado lo que me dirás y lo que me harás, y yo, como suele suceder, voy a caer rendida como una tonta perfecta a tus pies.» «No hay plan que te encierre preciosa. Mi plan es un plan del corazón, y por lo mismo es un plan forrado de honestidad. De hecho vengo llegando de viaje con la única esperanza de verte. Sólo al verte puedo saber lo que sentiré, lo que haré en mi día. Venía pensando en el avión que la próxima vez que te viera me volvería chiquito, diminuto, osado y aventurero, como amante de los deportes extremos. Me subiría por tu lindo escote, escalaría tu cuello y enloquecería en ese terreno de ensueño. Estando ahí respiraría profundamente para llenarme con tu aroma y disfrutar. Me colgaría de tus pestañas y me dejaría caer por el precipicio de tus ojos. Comenzaría a caer en tu interior y no habría manera de detener mi caída. Miraría para todos lados pretendiendo conocerte el interior. Miraría tus matices y colores. Me pegaría lo más que pudiera a las paredes de tu alma, sin importar el daño que ello me pueda causar. A veces tu interior será inhóspito, a veces hospitalario, a veces como dunas de arena y a veces como arrecifes filosos y caprichosos, sedientos de mi sangre incauta. Yo bien que lo sé. No cabe duda que iré cayendo vertiginosamente, libre y asustado, aunque sin duda feliz dentro de ti. Si me dejas intentarlo, ahora que estás ya aquí, te juro que flotaré y sentiré que vuelo en la maravilla de tus pensamientos, sentiré que me sofoco en los calores de tu ambiente de interior y que me derrito en las humedades relativas de tus adentros, donde sin duda sudaré como un loco hasta deshidratarme. No sé si todo lo que te he dicho te haga saber que realmente quería verte hoy.»

Mientras le digo todo eso hago contacto visual con ella, procuro poner los ojos más tristes que sé poner para invitarla a la ternura, tendiendo toda una trampa emocional que ella claramente percibe, aunque no hace nada por no caer. Vanette me mira con ternura, como siempre que le digo algo bonito que la halaga. Baja la guardia y es mía otra vez. Estira la mano y me toca la entrepierna en señal de amor y paz.




Siguiente entrega: (5/19) Hay de mujeres a mujeres.

Apoya al Reverendo Manolo:

Comenta esta entrada.

Coloca en tu nick de MSN: ReverendoManolo.blogspot.com

Ingresa a http://www.reverendomanolo.com

3 comentarios:

  1. El día de hoy la entrega fue un poco más extensa, por haberme brincado un día sin publicar. Por cierto, me estaba divirtiendo al ver la publicidad que aparece automáticamente en la página; no sé cómo funcione el algoritmo que analiza el contenido de la entrada y coloca publicidad pertinente, pero dice mucho del contenido de la novela, y por lo que veo es bastante cursi, jeje.

    ResponderEliminar
  2. Vaya que si es terrible, jajaja... ni me percate de lo extenso, una vez que empiezas a leer, no puedes parar hasta terminar.
    Muy bueno

    ResponderEliminar
  3. No sé por qué sospecho que uno de los tres personajes está en el lugar y en el momento equivocado, y que probablemente le pasen cosas que no imaginó. ¿Adivinen quién?

    Por cierto, la foto que aparece en mi perfil es de la genial Bobbi Starr, representando toda la actitud de Vanette...

    ResponderEliminar