sábado, 17 de octubre de 2009

(3/9) Morbo

Temporada 1 – Episodio 1 – Versículo 3.

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DaisySmall Después de escucharme tantas veces me dice que soy un reaccionario, un inconforme con la serie de acontecimientos que nos confirman como seres existentes, un hombre que transita por la vida contracorriente. Para ella es muy fácil decir eso y criticarme. Ya quisiera verla en mis zapatos, padeciendo todos los infortunios que a mí me pasan.

Quiere de mí un autodescubrimiento. Según me dice, escribir en un diario me obligará de cierta manera a buscar eventos relevantes en mi vida que valgan la pena ser escritos. Al hacer esto me daré cuenta que mi vida no está tan vacía y hueca como pienso, y aprenderé a valorar lo que sucede en ella. Yo le digo que no soy como aquellos muertos con disfraz de vivo; le sugiero que recapacite: trato de explicarle que se me hace una terapia de lo más maricona, pero no se deja convencer. ¿Para qué quiere que le explique en prosa que soy un vaso medio vacío, un grito que no hace eco?


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Yo defino al morbo como un interés malsano, y creo que Daisy tiene morbo respecto a la forma en que me consumo día con día. ¿Será que le interesa mi vida, o que le intereso yo? No lo sé. Pienso que tiene que hacer un poco de trabajo interior para fortalecer su ecuanimidad. Su rostro me revela siempre altos niveles de sorpresa y sobresalto. A veces le cuento cosas que ella no se había imaginado que serían posibles, algo que trasciende sus límites de tolerancia. Me da miedo estar matando su inocencia, pero ella quiere saber. Me queda claro que Dios protege a la inocencia, pero ¿quién protege a Dios? Ella pide vivencias y su castigo es que las obtiene. A veces creo que le estoy desvirgando la imaginación, que las cosas que le digo las escucha por primera vez en su vida. Si es así, pues asumo con responsabilidad la paternidad de su morbo.

Me doy clara cuenta que a veces le excita lo que le digo, pero no me cree; supone que soy un maniaco que me invento mi aburrida vida para impresionarla. La verdad no juzgo su desconfianza: las cosas siempre son falsas e inverosímiles para quien no las ha vivido, así que ella me entiende lo que le digo, sin creerme.

Su incredulidad es directamente proporcional a su inexperiencia en algunos campos; ella en el fondo sigue siendo una chica bien pensada que cree que los seres humanos son buenas personas por naturaleza; yo le digo que cómo se ve que no conoce bien a las de su mismo género. Le digo que puedes estarte corriendo en el recto de una mujer mientras ella habla por teléfono con su prometido, discutiendo el color de las invitaciones de su boda. Ella me dice que me lo invento para desacreditar a las mujeres, que soy un misógino de primera; yo la verdad no siento que deba desgastarme tratando de convencerla de lo que a mí me consta y a ella no.

Encima de todo eso, me dice que le doy la apariencia de siempre traer algo entre manos para lograr conquistar a las mujeres; yo le digo que sí, y que ocupo ambas. Ella igual y no entiende el tamaño de la idea que le quiero transmitir.


Soundtrack: Este episodio se lee mejor si escuchas “Vida Loca”, de Francisco Céspedes.

Escuchar aquí

Siguiente entrega: (4/9) La proporción aurea.

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