jueves, 22 de octubre de 2009

(8/9) Manualidades

Temporada 1 – Episodio 1 – Entrega 8.

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No es que sea tan viejo que ya no se me ponga tiesa y que no me quede más remedio que hacer manualidades. Es más bien un asunto de conocimiento y dominio de los tiempos.

Los hombres y las mujeres van a distinta velocidad al momento de excitarse, pero bueno, eso todos lo saben. Lo que sí no parece ser del dominio público es la buena práctica de trabajar un poco con las manos y con las palabras, a manera de calistenia erótica. Esto elimina las diferencias del timing y favorece la llegada al clímax. La idea no es llegar a la meta al mismo tiempo, o llegar siempre, dado que en esta carrera si alguien se siente presionado para llegar todos pierden. Más bien se trata en aumentar las posibilidades del placer de tal manera que todos los que participen cuenten con la máxima oportunidad de llegar al clímax místico, orgásmico nirvana, soma al alcance de todos.

Si algo me ha enseñado la vida es que hay mujeres a las que se les llega al corazón usando una mano. Tener esa filosofía en la vida me ha hecho hábil de tacto, paciente pero intenso, mesurado, por así decirlo. Dadas mis vivencias creo ser alguien confiable para hablar al respecto. Como la práctica hace al maestro procuro tocarlo todo, aprenderme los cuerpos usando el tacto, reconociéndolos y percibiendo las sutiles y delicadas reacciones del más extenso de los órganos sexuales que tenemos, que es la piel.

No hablo de un tacto mecánico, sin urgencia. Mi estado más puro y perfecto, en el que mejor funciono, es cuando me dedico a una mujer totalmente enamorado. No sólo me interesan los tactos precisos: al mismo tiempo amo y me abandono a la dueña del cuerpo que toco, soy suyo por entero, veo en ella a una diosa con debilidades humanas. Quizá la forma tan devota con que las trato siempre me gana buenas amigas. Con ellas nunca tengo problemas. Como decía mi padre con toda la sabiduría que la vida le regaló: “con las mujeres cogiendo todo se arregla, y no hay discusión que un muy buen palo no ayude a resolver.”

No es por presumir pero me dicen algunas conocedoras que mis manos a veces hacen milagros y son divinas. Que tengo manos de ángel, me dicen. Yo me río de la ironía, dado que no creo que los ángeles tengan las mismas malas intenciones que yo; quizá esté más cerca de ser un demonio irreverente y muy tocón.

Entonces mi alter ego me define bastante bien: Manolo es por el uso de manos y reverendo es por la devoción que generan en ocasiones. Fuera de ahí creo que todo en mí vida es accesorio.


Soundtrack: Este episodio se lee mejor si escuchas “Vida Loca”, de Francisco Céspedes.

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Siguiente entrega: (9/9) Tiempo que corre.

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