Temporada 1 – Episodio 2 – Entrega 6.
Si quieres leer un episodio completo de prueba, haz clic para leer "Apoyando sentimentalmente a Glenda"
6
Además de preciosa es lista, así que no tienes que fingir interés de estar con ella con tal de mirarla. Los diálogos con ella son entretenidos e ilustrativos, profundos a veces, y filosóficos cuando se ocupa. Es una mujer que lee un libro cada mes, así que tiene cultura y no te hará quedar mal si la eliges como tu acompañante para la reunión que desees. Puedes hablar con ella horas y horas, y el tiempo es un latido. Quizá su único defecto es que a veces siento que le falta algo para ser completamente feliz. Hay mujeres a las que la melancolía las hace más preciosas, y Miranda es una de ellas; me gustaría no curarle la angustia para verla en su mejor estampa, pero mi egoísmo no llega a tanto.
¿Por qué no se ve feliz del todo? Mi misión en el mundo es saberlo y aprovecharme de ello para cogérmela, claro, en buen plan.
7
A las mujeres hay que ponerles infinita atención. Creo que fue Anaïs Nïn quien dijo que había que quererlas siempre igual y siempre diferente; supongo que se refería a que siempre con la misma intensidad, pero siempre de manera diferente con detalles nuevos y distintos para no ser predecible y aburrido.
Analicemos filosóficamente el punto: Una de las peores estupideces que puedes cometer en tu trato con las mujeres es pensar que se quedarán contigo porque eres guapo. Tal vez te elijan de primera instancia porque eres la perfecta imagen de un macho humano y porque representas un conjunto de genes que sería agradable utilizar. Pero cuando pasa la novedad tienes que convertirte en un artista en la detección de necesidades. Debes ser una respuesta, no una pregunta. Una solución, no un problema. Debes escuchar, más que hablar. Debes observar, recopilar datos, estudiar ánimos, validar tendencias, entender gustos, luego proyectarlos. Por ahí leí que sólo el verdadero amor es adivino. Más bien pienso que la única forma de adivinar las exigencias del amor es provocándolas, o como dice Benedetti, ser la respuesta a una pregunta que aún no se ha formulado. Escuchar, observar, estudiar. Finalmente, aparecer como aquello que la mujer espera, en el momento justo, pero sin valerte de la mentira para ello.
Por esa razón me gusta platicar mucho con las mujeres. Dicen que soy un buen conversador. Quizá se deba a que propongo el tema y luego me callo, dedicándome a escuchar. Las mujeres aprenden más cuando las escuchas que cuando las instruyes, y es que en su naturaleza está que sólo aprenden de sí mismas.
Pobre de aquél que queriendo impresionar a una mujer habla, vocifera y se enfrasca en un kafkiano monólogo muy enamorado de sí mismo, que trata de lo mucho que es, de lo mucho que hace, de lo mucho que tiene, para que al final descubra que lo mucho que dijo no le ayuda en nada para conseguir a la chica y lo que quiere finalmente de ella. La cosa era más simple: ella sólo quería un minuto de oídos.
Si lo que quiere alguien es que lo escuchen presumir y a cambio que le muevan la cola en las narices, que se compre un perro.
Soundtrack:
Este episodio se lee mejor si escuchas “Te tomaré una foto”, de Tiziano Ferro. Este CD es muy recomendable.
Siguiente entrega: (7/20) Indeferencia en casa.
Apoya al Reverendo Manolo:
Comenta esta entrada.
Coloca en tu nick de MSN: ReverendoManolo.blogspot.com
Ingresa a http://www.reverendomanolo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario